viernes, 5 de febrero de 2010


Era una mañana de invierno, el frío y la humedad que lo rodeaba penetraba por las ventanas, un agradable olor a césped recién cortado lo envolvía. “Me encanta”-pensó -, siempre había disfrutado de los días de lluvia, el ambiente se renovaba y todo parecía tener un nuevo y más intenso aroma.

Ese día estaba aturdido, un fuerte catarro se había apoderado de él ya hacía varios días y no encontraba mejoría. “Me quedaré un día más en cama” – se dijo- , después de todo él era el presidente de esos grandes almacenes y no tenía que dar explicaciones a nadie. Se dio la vuelta y sintió el frío de las sábanas retozando entre su piel.

Intentó dormir pero no pudo, estaba intranquilo, algo en su interior le dio la voz de alarma y su corazón no sabía decirle qué. “Todo va bien”- intentó calmarse- .Estoy en casa, mi queridísima mujer está aquí, conmigo, cuidándome, siempre lo había hecho, aunque tampoco en muchas ocasiones, él era un chicarrón fuerte y saludable.

La quería como nadie jamás pudo adivinar, habían sido siempre una pareja envidiable, esa atracción del principio no sólo no había cedido por el paso de los años, todo lo contrario, era cada día más sólida, especialmente desde que nació su hija. “Mi hija”- la podía ver riéndose en sus brazos- la niñita de mis ojos, esa cosita tan tierna que ha sido lo mejor de mi vida....Tenía cuatro añitos y era...era su auténtica princesa. Y ella...lo quería tanto,El era su papi, su hombre, su príncipe azul, sentía auténtica admiración hacia él. Era su mundo.


“Todo va bien” – se volvió a decir -. Intentaré descansar. Pero esa sensación de no sabía qué lo volvía a invadir, ese indescriptible olor que penetraba por cada poro de su piel, ese suave, frío y cálido tacto de las sábanas, pero sobre todo aquél poderoso cansancio. Quizá todo fuera porque había estado más enfermo de lo que él pensaba.

A lo lejos consiguió oír voces, pensó que había alguien en la cocina. Pudo distinguir una suave voz femenina. “Mi mujer”- pensó- .Hablaba con alguien, la otra voz ya no le era tan familiar, “ alguna vecina que vendrá a interesarse por mi. Haré un esfuerzo y me levantaré”.-. Las voces se acercaban.

Quiso incorporarse pero no pudo, no tenía fuerzas, la cabeza le daba vueltas. Quiso abrir los ojos, tampoco pudo. La angustia era cada vez mayor, nunca se había sentido tan débil, tan débil y a la vez tan bien.


Con un esfuerzo sobrehumano abrió los ojos, la luz lo cegaba, era una luz muy tenue, aun así no podía ver con nitidez nada de lo que le rodeaba. “Mejor así”- se asustó- no conseguía reconocer lo que su mirada alcanzaba .

Comenzó a sudar y a temblar, tiritaba como un niño, estaba confuso y desorientado. Dónde estaba?, Qué había pasado?. Ahora empezaba a ver mejor, las voces estaban cada vez más cerca, ..... susurraban “cuidado” –decía la voz más familiar - “no se despierte”. Qué pasaba?, Otra vez la voz, gritó, llamó despavorido a su mujer, gritaba con todas sus fuerzas pero...ni un leve gemido salía de su garganta. Aterrorizado volvió a intentarlo, esta vez un sonido irreconocible se le escapó. “Vaya, lo hemos despertado”- alcanzó a oír – “pasemos”. Asustado, aterrorizado, muerto de miedo vio como dos silenciosas sombras se le acercaban.


“Es precioso, verdad?”- decía una de ellas -. “Será el niño más feliz del mundo”. Y........acunándolo entre sus brazos, con la cabecita junto a su corazón, un dulce y profundo sueño se lo llevó.........para siempre.

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